viernes, 19 de abril de 2013

La historia de mi muerte.

Se publicó en la mayoría de los diarios. “mujer muere ahogada en un lago”, difundían los titulares. Unos buzos encontraron mi cuerpo poco después de lo ocurrido. Hay quien sostiene que me suicidé a causa de la impotencia por el vacío de mi vida; otros, que perdí el equilibrio porque había bebido demasiado. Ésta es mi historia.

Corría el mes de marzo y la primavera le estaba ganando terreno al invierno. Pasaba unos días en la casa del lago, en uno de mis retiros, obcecada en escribir. Minutos, horas, días frente a frente contra folio en blanco. Nada. Se había ido. Si alguna vez tuve algo, allí ya no estaba.

Presa de la impotencia, empecé a beber. Hubo un tiempo en el que el licor me llevaba de la mano hacia mi mundo interior, me ayudaba a entenderlo y, por ende, a traducir sus pormenores al lenguaje escrito.

Resolví salir a pasear. El sendero acababa en el lago y allí estaba mi vieja barca, tan varada como mis entrañas. Decidí dar un paseo en ella, así que subí y empecé a remar. Miré hacia arriba y la vi. Y lo entendí todo. Las palabras empezaron a fluir como antes pero, a la vez, como nunca.

Quería darle las gracias, necesitaba hacerlo. Nadie sabrá que fue mi mejor obra, nadie sabrá que morí abrazando a la luna.

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